No es algo de ahora, sino que viene pasando desde hace meses, tal vez años. El silencio oficial, impuesto por medios clásicos (plan de machete) y modernos (censura en Internet) ha impedido que el mundo conozca esa realidad que, silenciosa, ocurre en la China profunda donde, según las propias estadísticas oficiales, ocurren unos 180.000 “incidentes sociales”, 65% a causa de expropiaciones ilegales para enriquecer las arcas municipales.
Pero lo de Wukan este jueves fue distinto. Este pueblo situado en la provincia de Guangdong,al sur del país, de apenas 13.000 habitantes la mayoría de ellos pescadores, se levantó completo contra la opresión, el abuso oficial y la corrupción, echó a los dirigentes comunistas de las oficinas públicas, nombró su propio alcalde y se organizó para proteger al poblado con barricadas improvisadas de troncos y piedras.
La policía local, asombrada ante la respuesta colectiva y la afrenta al régimen comunista, montó también una alambrada para cortar la distribución de alimentos que le llegan a Wukan por vía terrestres desde otras poblaciones. Los habitantes se armaron con lanzas caseras fabricadas con bambú y, como era de esperarse, la superioridad de la fuerza pública aplacó el experimento.
El estallido social venía cocinándose a fuego lento hasta que ayer hizo ebullición con todas sus consecuencias. Desde septiembre vienen sucediéndose protestas por la expropiación de tierras, algunas más intensas que otras. Incluso, llegaron a incendiar unidades de la policía y a hacer concentraciones de repudio.
Muchos municipios rurales ahogados en deudas, como el de Wukan, han buscado recursos por la vía rápida a través de la construcción de urbanizaciones de lujo, campos de golf y otras instalaciones para la clase alta, haciendo adjudicaciones reñidas con la ley o recibiendo sobornos, lo que produce masivas protestas.
Aparte de eso, la chispa que encendió la mecha este jueves fue la extraña muerte del líder de las protestas Xue Jinbo, un carnicero de Wukan, que había sido detenido hace dos días por la policía. La versión oficial es que Wukan murió de un infarto, pero sus familiares aseguran que su cuerpo presenta señales de tortura, dedos y rodillas rotas y la cara ensangrentada.
“Me sorprende mucho eso [que dicen] porque mi padre nunca había tenido problemas de corazón”, ha declarado su hija, Xue Jianwan, a la agencia France Presse como lo recoge el diario El País. “Tenía cardenales por todas partes. Si no le pegaron, ¿de dónde vienen todos esos moratones?”
La censura de la noticia no tardó en llegar. La policía digital china borró todo indicio del problema, tanto en los buscadores como en la red social china Sina Weibo, sucedáneo de Twitter chino, donde el término Wukan ha desaparecido por completo. El problema es que, de igual manera, los medios internacionales se enteraron de los hechos, aunque los funcionarios chinos han prohibido el paso de reporteros al lugar, reseña el sitio argentino La Voz.
Las autoridades de Pekín han tomado nota del descontento popular y prometen procesar a los dirigentes locales sospechosos de incurrir en actos dolosos, mientras ofrecen a los pobladores una negociación del proyecto de adjudicación de tierras.
El gobierno chino ha prometido este año una campaña contra los campos de golf y otras construcciones ilegales. Sin embargo, la fórmula no parece ser tan auspiciosa. Para este fin de semana, la gente de Wukan planea hacer una protesta pública para exigir una investigación de la muerte de su líder y repudiar la corrupción comunista. ¿Será el inicio de la primavera china?
@afnays | @lbnegra
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