El tema de la regulación en Internet se ha convertido en un tema reiterativo y cada vez más frecuente en virtud del propio poder de la red por su capacidad de difundir e intercambiar información o productos...
Ayer se realizó una protesta por la posible implementación de la SOPA por parte del Congreso de los Estados Unidos. Wikipedia fue el portal, entre otros sitios web importantes, que llevó adelante la cibermanifestación que básicamente era un blackout informativo...
Los resultados del “parón” han sido importantes, como dice el sitio Alt1040, incluyendo el retiro del apoyo de varios senadores hacia el proyecto de ley.
Pero hubo una opinión, sobre el tema de la piratería y el compartir y difundir información que, creemos, debemos tener en cuenta: el de Hernán Casciari, escritor y periodista argentino, residenciado en España desde hace años y que su éxito se debe justamente a su presencia en la red.
El año pasado, Casciari, decidió darle una vuelta a la tuerca y sacar una publicación en papel, Orsai, sin publicidad y a través de suscripción (una suscripción que se paga por adelantado y que según el número de inscritos se saca la tirada; es decir, hay 0 ejemplares devueltos). Hasta los momentos tienen 2744 suscriptores y andan saltando, literalmente, de una pata).
Marilín Gonzalo, periodista especializada en redes sociales, le hizo una entrevista el año pasado y una pregunta fundamental, a propósito de la salida de Orsai: “Todo el mundo buscando modelos para que las publicaciones digitales funcionen, y va el tipo que hace años publica en internet y presenta su nuevo proyecto que se basa en publicar en papel. ¿Por qué?
- Yo creo que el gran problema es “buscar modelos” (esa manía tan absurda que nunca da resultados felices, sino solo a veces resultados económicos) en lugar de mirarse bien adentro y preguntarse “qué carajo necesito”. En mi caso, cada cosa que hago es para mi círculo íntimo.
Empecé a escribir ficción en internet en 2003 jamás “buscando un modelo”, sino porque me fui a vivir a otro lado y quería contarle los cuentos de siempre a mis amigos de Argentina. Cuando abrí Espoiler fue porque estábamos hartos, mi primo Guillermo y yo, de buscar y buscar descargas y subtítulos sin orden, con banner publicitarios infames, en webs desesperantes.
Y la revista Orsai es una necesidad que tengo con mi amigo Chiri, de leer una revista como antes, como cuando las revistas estaban buenas. No buscamos modelos, nunca.
Si se me permite la metáfora, “buscar modelos” es buscar chicas lindas sin importar lo que tengan adentro. Si buscás modelos, lo que querés es coger. Follar. Pero uno ya tiene una edad, Marilín, en el que te importa más la serenidad de una pareja estable, inteligente, que te haga feliz”.
A final del año pasado, a propósito de un comentario publicado en Facebook de la escritora Lucía Etxebarría, quien escribió que ya no publicará por un buen tiempo gracias a la piratería (se dio cuenta que más gente descargó su último libro gratis en vez de comprarlo), Hernán (ya a esta altura lo tuteamos) le escribió un post: Para tí, Lucía, en la que decía, entre otras cosas, lo siguiente: “A nosotros nos ocurre lo mismo. Durante 2011 editamos cuatro revistas Orsai. Vendimos una media de siete mil ejemplares de cada una, y con ese dinero le pagamos (extremadamente bien) a todos los autores. Los .pdf gratuitos de esas cuatro ediciones alcanzaron las seiscientas mil descargas o visualizaciones en internet.
Vendimos siete mil, se descargaron seiscientas mil.
Si los casos de Lucía Etxebarría y de Orsai son idénticos, y ocurren en el mismo mercado cultural, ¿por qué a nosotros nos causan alegría esos números y a ella le provocan desazón?
La respuesta, quizá, es que se trata del mismo mercado pero no del mismo mundo.
Existe, cada vez más, un mundo flamante en el que el número de descargas virtuales y el número de ventas físicas se suma; sus autores dicen: «qué bueno, cuánta gente me lee». Pero todavía pervive un mundo viejo en el que ambas cifras se restan; sus autores dicen: «qué espanto, cuánta gente no me compra».
El viejo mundo se basa en control, contrato, exclusividad, confidencialidad, traba, representación y dividendo. Todo lo que ocurra por fuera de sus estándares, es cultura ilegal.
El mundo nuevo se basa en confianza, generosidad, libertad de acción, creatividad, pasión y entrega. Todo lo que ocurra por fuera y por dentro de sus parámetros es bueno, en tanto la gente disfrute con la cultura, pagando o sin pagar”.
Un texto sin desperdicio de un tema que aún derá mucho de qué hablar...
@conjurado y @afnays
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