Los cuentos del Chupacabras surgen siempre cuando aparece la fecha de Halloween. Pero esta vez los científicos han conseguido identificar al temible animal ya con características mitológicas y en pleno siglo XXI.
Los ataques de ganado en Puerto Rico, donde se descubrieron ovejas muertas con heridas punzantes y completamente desangradas, señalaban un extraño monstruo al acecho. Informes similares se reportaron en otros lugares de América Latina y Estados Unidos.
Luego surgieron avistamientos de animales de aspecto maligno, descritos como un perro, un roedor gigante, un réptil, con hocico largo, colmillos largos, piel escamosa verde-gris, y un olor desagradable.
Los científicos estudiaron algunos cadáveres de supuestos Chupacabras y concluyó que esas criaturas eran coyotes con sarna, una enfermedad de la piel causada por ácaros que terminan “cavando” túneles bajo la piel. El biólogo de la Universidad de Michigan, Barry O´Connor, que ha estudiado los ácaros que causan la sarna, tiene una idea de por qué estos micro asaltantes pequeña afectan a los coyotes salvajes de manera tan severa, convirtiéndolos en monstruosidades.
En un reciente podcast, O´Connor explicó que el ácaro responsable de la extrema pérdida de pelo en los Chupacabras se llama Sarcoptes scabiei, que también ataca a las personas.
El detallito está en que ese ácaro no es tan temible para nosotros porque tenemos ya poco pelo y hemos convivido con esos ácaros toda nuestra evolución por lo que hemos tenido suficiente tiempo para desarrollar efectivas defensas. También los perros domésticos habrían sido afectados por el Sarcoptes scabiei y en su mayoría han logrado tener buenas defensas. Pero el tema cambia cuando este huésped-parásito salta a miembros salvajes de la familia de los perros como los zorros, lobos y coyotes, que tienen poco contacto con los humanos.
Y estos ácaros terminan matando a estos animales salvajes, dice O'Connor: “La mortalidad puede ser relativamente alta debido a que las especies de acogida no ha tenido ninguna historia evolutiva con el parásito, por lo que no han sido capaz de desarrollar la defensa que tenemos”. A estos animales, un gran número de ácaros cavan túneles bajo la piel que causan la inflamación, y engrosamiento de la piel. El suministro de sangre a los folículos del pelo se corta, por lo que el pelo se cae. Esto es especialmente malo porque el animal se expone a bacterias que les causa infecciones secundarias en la piel, a veces produciendo un olor fétido”. Ponga todo este resultado en un animal y se tiene una monstruosidad de cuero, maloliente: el Chupacabras.
¿Esta infección del ácaro también altera el comportamiento del animal, convirtiéndolos en asesinos sedientos de sangre? No exactamente, dice este biólogo, pero puede explicar por qué sólo atacan a pequeños animales como ovejas y cabras.
"Debido a que estos animales están muy debilitados, están obligados a atacar el ganado en vez de estar detrás de un conejo o un ciervo”, apunta O'Connor.
Mientras que el Chupacabras ha alcanzado el estatus de leyenda, hay otros animales, en otros continentes que pueden sufrir lo mismo: En Australia, por ejemplo y los wombats. "Presumiblemente llegó a través de los dingos, que los recibió a su vez de los perros domésticos”.
La noticia en inglés aquí.
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