domingo, 31 de octubre de 2010

¿Cristina K qué hará sin Néstor?

@afnays

Ha muerto Néstor Kirchner y con esa circunstancia también agoniza un formato político que ha perdurado en Argentina desde el llamado período K. Analistas, periodistas y observadores de todos los colores y tendencias partidistas coinciden en que con el fallecimiento del gran operador político del país, se abre un abanico de posibilidades y conjeturas, algunas muy firmes, otras algo “aéreas”, sobre los problemas que confrontará ahora Cristina Kirchner, no sólo frente al Gobierno, sino con el poder.

No cabe la menor duda, alrededor de la figura de Ernesto Kirchner pivotaban todas las más altas relaciones políticas, económicas y sociales de Argentina. La Presidenta no adelantaba iniciativa alguna que no tuviese el visto bueno del que no sólo fuera su marido y padre de sus hijos, sino su más importante consejero, aliado y soporte.

El asunto es harto más complejo cuando se trata de gobernar un país con una herencia muy marcada del peronismo (que como todo movimiento político amplio anida tendencias, liderazgos y estilos, a veces muy reñidos entre sí) y un pasado no tan lejano de golpismo milico y gorila, del que aún quedan pocos resabios.

"No sé cómo se solucionará el vacío de un hombre que cubría tantos flancos", declaró el diputado opositor Pino Solanas al diario La Nación, y aunque aclaró que de ninguna manera estaba "negando las capacidades de la presidenta" Cristina Fernández, recordó que Kirchner y la mandataria "fue una pareja que repartió sus roles a lo largo de sus vidas y se complementó" políticamente.

Los aludidos “vacíos” que deja Ernesto K, no sólo se refieren al entramado de relaciones del Gobierno sino a lo interno de su propio partido político. Hay quienes como el gobernador de San Juan, José Luis Gioja, considera que “Cristina es lo más representativo del justicialismo” razón suficiente para postularla como candidata natural de la organización a la reelección.

El siempre agudo y perspicaz periodista Jorge Lanata no lo tiene tan claro: “¿Existirá el kirchnerismo? Si existe, desde hoy será puesto a una dura prueba: dar los primeros pasos sin su inspirador. Y si existe, ¿de qué kirchnerismo se trata? ¿Del de Moreno o el de Scioli? ¿El de Kunkel o el de Bonafini? ¿Tendrá la disciplina suficiente para organizarse en ausencia de su líder o habrá llegado para muchos el momento de pasar facturas? ¿El kirchnerismo habrá sembrado vientos? Una Presidenta con un vice opositor y el peronismo dividido un año antes de las elecciones: la palabra prohibida es Isabel. No hay duda posible sobre la continuidad institucional, y mucho menos sobre asonada alguna, pero la palabra prohibida remite al vacío de poder o al desborde temperamental de quien lo maneje. La otra palabra es equilibrio.

El analista político del diario Clarín, Eduardo van der Kooy, también se sumerge en la duda: “Y hablar del peronismo es también hablar del sindicalismo. Y hablar del sindicalismo es hablar de Hugo Moyano, seguramente uno de los hombres con más poder y dinero en Argentina, que apuntaló hasta su muerte la alianza con Néstor Kirchner. ¿Seguirá esa alianza intocable a partir de que gobierne Cristina?”.

Otro gobernador muy influyente, Daniel Scioli, virtual presidente del gobernante Partido Justicialista, arrima el hombro a la Presidenta y cierra filas en la organización: “Voy a estar donde Cristina lo necesite”.

En un editorial de este viernes, el diario El País (España) plantea que la desaparición de Néstor Kirchner “abre una nueva e incierta etapa en Argentina” y sugiere que, a contrapelo del estilo confrontacional de su marido, Cristina puede ahora poner en práctica los “instintos conciliadores” que prometió adelantar hace tres años.

Con probablemente mucho tino analítico, Sergio Supp apunta en La Razón de Buenos Aires que Kirchner era el jefe de una sociedad política de dos militantes que consumaron la hazaña de sucederse en la presidencia de la Nación. Cristina Fernández perdió a su esposo, pero también al hombre que la edificó como alternativa de poder de sí mismo.

Amigos externos no le faltarán. La habilidad política de su finado esposo manejó con prudencia y pragmatismo la política exterior, y así logró tender puentes sólidos con Venezuela (más que sólidos, rentables), Brasil, Ecuador, Bolivia; sortear las dificultades fronterizas con Uruguay, y entablar diálogo fructífero con los gobierno de espectro derecho como Chile, Colombia y Perú.

Sin embargo, le faltará mucho más que aliados internacionales para llenar lo que hoy por hoy en Argentina todos llaman “el vacío”. Probablemente tendrá que edificar su propia base política sobre la arquitectura que armó su habilidoso marido, y confiar en su intuición y la sabiduría adquirida durante estos años. Muchos apetitos parecen aflorar en esta desafortunada hora para la heredera del período K.

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