Esto es lo que se escribió a propósito de la crisis nuclear:
"POR FAVOR preparar a la familia, empacar papeles importantes, los recuerdos de familia, y salir de allí"
"Ir al sur, a Taiwán, o si puede, Australia. Si no puede permitirse el lujo de salir de Japón, por lo menos llegue hasta el suroeste. Coloque la mayor distancia entre la zona afectada y su área de reubicación temporal, como sea posible".
"No creo en las garantías del gobierno sobre los niveles de radiación seguras: salir de Japón ahora"
Y en Mixi (un sitio de red social japonesa) y Facebook, las frases son parecidas:
"Por suerte he podido conseguir un asiento en un vuelo a Okinawa hoy. Los que aún se quedan, tenga cuidado de no estar bajo la lluvia"
"Los especialistas en los sitios nucleares son cada vez menos, ¿Quienes se quedarán trabajando allí? ¡Deje Tokio y vaya al sur por el momento! Y lleve a una persona mayor con usted"
"La situación en las centrales nucleares de Fukushima es cada vez peor, y yo tengo mucho miedo. Ahora, voy a salir de compras con mi hijo enfermo en busca de más agua y otros suministros".
El pánico, por supuesto, es una reacción natural en una situación terrible. Pero dos cuestiones importantes surgen sobre el uso de Twitter y Facebook en una crisis: ¿Qué le sucede a la verdad (la información confirmada) cuando se filtra a través de redes sociales en tiempos de crisis? Y, ¿las redes sociales pueden ser buenas en un desastre?
Hemos visto cómo Twitter fue utilizado en operaciones de socorro. En Indonesia, país que ha sido golpeado por terremotos, tsunami, erupciones volcánicas [vea que es uno de los sitios más sísmicos del mundo], Twitter surgió como canal de comunicación eficaz en esa nación de 17 mil islas. Cerca de la erupción del Monte Merapi, un grupo de personas se registraron en el microblog para coordinar las operaciones de socorro; los tweets anunciaban la llegada de alimentos o la llegada de vehículos de rescate. Un ejemplo de la red usada perfectamente en una crisis.
Objeto de debate ha sido, también, el papel de Twitter y Facebook en los levantamientos de Oriente Medio. Aunque muchos expertos se muestran escépticos de que las redes sociales fueron las “causantes” del derrocamiento de un déspota en Egipto, por ejemplo, la realidad fue que estas redes fueron canales de comunicación eficaces entre los manifestantes.
Se trata de dos situaciones en las que Twitter parece haber estado del lado de lo bueno y lo verdadero.
Pero no hay nada que pueda evitar que una red social se convierta en un instrumento de la mentira e incluso, potencialmente, el mal. En una reciente conferencia en la Fundación Ford en Nueva York, un miembro de la audiencia señaló que la radio ayudó a avivar las llamas del genocidio de Ruanda. ¿Twitter podría, algún día, hacer lo mismo?, se preguntó en voz alta.
Es demasiado pronto para decir si las redes sociales en Asia ahora se utilizan como un canal para coordinar el socorro y tamizar la desinformación. Historiadores digitales en unos años (o tal vez sólo meses) por lo tanto, tendrá que asignar cuál fue el discurso de Twitter: si fue en contra de lo que ocurrió en la realidad o si coincidió. Es comprensible que en una crisis, Twitter se convierta en una caja de resonancia de pánico, pero la idea, también es que se convierta en algo bueno.
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