viernes, 30 de julio de 2010

Crisis vista desde Bogotá y Caracas

Las recurrentes crisis que a lo largo de los últimos cuatro años han caracterizado las relaciones bilaterales entre los gobiernos de Venezuela y Colombia suelen tener siempre lecturas muy disímiles, dependiendo del punto de vista que se asuma. Para Caracas todo es una tramoya del Imperio y sus lacayos en Suramérica que quieren exterminar los logros de la “revolución” y el avance de los pueblos; para Bogotá se trata de un aliado de su peor enemigo: la guerrilla, con la cual mantiene una guerra sin cuartel.

Las causas verdaderas, sin embargo, suelen encontrarse en planos más profundos. ¿Sería una jugada de Uribe para marcar distancia con el presidente en ciernes Juan Manuel Santos? ¿Sería un ardid propagandístico de Chávez para ponerle sordina a los escándalos que le estallan cada día y que le hacen daño de cara a las elecciones de diputados?

Una primera interpretación se centra en la personalidad y el estilo del presidente Uribe. Audaz, inquebrantable y frontal o desmedido, intemperante y provocador son los calificativos que se usan para describirlo. En uno y otro caso, habría sido su carácter lo que le llevó a precipitar esta situación a la espera de la reacción de su contraparte venezolana”, escribe Juan Gabriel Tokatlian en El País.

Fernando Mires plantea en un artículo de Analitica.com otra perspectiva: “Pero hay una tercera tesis que quizás cuadra algo más con la realidad colombiana. Esa tesis dice que el calculador Uribe descubrió en los últimos días de su gobierno que Chávez, tanto nacional como internacionalmente, está atravesando por un momento muy difícil y, por lo mismo, ha llegado la hora precisa de asestarle una estocada, sino mortal, por lo menos muy hiriente”.

La duda es esta: Si el presidente electo Santos quiere mejorar las relaciones con Venezuela, ¿por qué el presidente saliente Uribe genera un conflicto potencialmente bélico con Caracas? Heinz Dietrich, ya hace tiempo distanciado del proyecto de Chávez, tampoco le pica el ojo a Bogotá: Uribe quiere la guerra, para evadir la cárcel.


Desde el punto de vista venezolano, salvo los “analíticos” casados con la revolución, no parece haber mayor discrepancia en que se trata de una jugada política que ayuda al Presidente a disipar los malos olores del escándalo de Pdval: “Atila, sin embargo, quiere transformarlo en parte de su campaña electoral. Apuesta a despertar el reflejo de "mi país, con razón o sin ella" y embiste contra la oposición, amenazándola con los fuegos del infierno si no asume a pie juntillas sus posturas. No crean que se van a quedar tranquilitos... Tomaríamos medidas internas..." escribió Teodoro Petkoff en su editorial del pasado miércoles

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