¿Será el clima o la idiosincracia? ¿O tal vez las huellas que deja la historia o el ADN colectivo? Los investigadores sociales cada vez consiguen más datos que certifican la tesis de que el mayor bienestar económico no siempre se corresponde matemáticamente o en similar proporción a la felicidad de la gente. Y si a las pruebas nos remitimos, las últimas cifras de la empresa Datos confirman que Venezuela es, con todo y sus dificultades y complejidades políticas, económicas y sociales, el segundo país del mundo con mayor grado de felicidad, después de Costa Rica, nada que envidiar en este renglón con la avanzadísima y próspera Alemania.
Quien alargó el dato la mañana de este jueves lluvioso en la capital venezolana fue Alie Charr, de la mencionada empresa, una de los ponentes que participaron en la conferencia “Mercados hoy: qué sabemos y qué podemos hacer”, organizada por Venancham.
Con ese aire fresco que refieren las estadísticas sobre el espíritu de los venezolanos, Charr desgranó uno a uno los indicadores de los hábitos del consumo, un dibujo en números sobre la forma como compramos, ahorramos, nos ajustamos y hasta nos divertimos, que sirve para, entre otras cosas, confirmar intuiciones o derrumbar mitos.
El venezolano sigue siendo un ser que conjuga en presente continuo algunos valores referenciales: la familia es muy importante, la felicidad es muy importante, las relaciones con las personas son muy importantes y la religión también es importante. Además, quiere ser dueño de su futuro, acumular conocimiento, estudiar y tener un empleo o actividad económica que le permita “ganar bien”.
Como si se tratara de una reciente fotografía electoral, 50% considera que el país va bien, frente a 49% que lo ve marchar por mal camino. La inseguridad personal a lo largo de una década sigue siendo el pináculo de la métrica relativa a los problemas más acuciantes, seguido hoy por el alto costo de la vida, el desempleo y los servicios públicos.
81% de las familias “clásicas” (mamá+papá+hijos) viven en bajo un mismo techo, pero 12% de la población manifiesta arrejuntarse entre dos o más familias en una sola vivienda.
Un dato curioso es que, en general, los hogares venezolanos están muy bien equipados en cuanto a electrodomésticos, línea blanca y muebles, en todos los estratos sociales. Charr llamó la atención sobre el tema DVD. Resulta que el sector socioeconómico más necesitado, la llamada clase E, en alto porcentaje posee uno de estos aparatos en su casa. Y la explicación es sencilla: no es tan costoso, garantiza diversión en el núcleo familiar, las películas “quemadas” (más allá del plano ético) son fáciles de adquirir a bajo precio y de intercambiar con los vecinos. “Es más fácil comprarse un DVD que una casa, no debemos juzgar a nadie por eso”, alecciona Charr.
Línea gruesa, el gasto familiar promedio se distribuye más o menos en los siguientes porcentajes: 28% bebidas no alcohólicas, 18% productos de consumo, 36% servicios varios (incluye educación) y 17% otros rubros (ahorro, viajes, deudas, etc.).
Dice Charr, 70% de las deudas no operan en el sistema formal bancario, sino en el informal (prestamistas, san, pirámides, etc.), pero aunque los intereses sean mayores que los que les cobraría una entidad financiera, se trata más de un asunto de facilidad y prontitud. “Lo cual revela que no es un problema de pago”, aclara.
Si se observa la estadística relativa al gasto personal los porcentajes varían: 34% se destina a higiene y cuidado personal, 45% a servicios y 20% a vehículos, azar, cine, etc.
¿Qué cosas sacrificaría el venezolano de su presupuesto personal? En este orden: misceláneos, telecomunicaciones, peluquería/barbería, bebidas alcohólicas, entretenimiento, comidas fuera de casa.
¿Qué gastos permanecen inamovibles del presupuesto personal? Higiene personal/estética, alimentos, salud, educación, telecomunicaciones, transporte, limpieza, insumos del hogar.
El venezolano, según Datos, está muy bien alimentado. Come tres veces al día y 90% ingiere la comida elaborada en su casa.
La compra principalmente se hace en supermercados (bodeguitas para complementar) por la economía, la variedad, la cercanía, la comodidad y la frescura. ¿Dónde busca los descuentos? En todo, dice Charr. “No es una máquina que va paseando los pasillos sino que analiza producto por producto”. Pero sobre todo, busca los mejores precios en salud y estética.
Las grandes cadenas de productos farmacéuticos también son muy recurridas por los venezolanos, seguidas de tiendas por departamentos y, dato revelador, hacen compras por catálogos.
Prefieren la calidad a los altos precios si se trata de una marca en particular. Más de la mitad de los consultados usa productos de marcas reconocidas.
Para completar el perfil del consumo, Datos adelanta otros indicadores: 22% lee revistas, 93% ve TV, 63% lee la prensa, 84% tiene uno o dos celulares, 44% usa regularmente Internet y 15% posee teléfono inteligente (Black Berry).
En el renglón entretenimiento hay un dato curiosísimo: un buen porcentaje manifestó que ¡se divierte durmiendo! 58% lo hace escuchando música, particularmente género salsa; 45% en reuniones con amigos; apenas 10% en juegos de azar, sólo 22% dice haber disfrutado sus vacaciones (y muchos del interior del país dicen que sus vacaciones son ¡ir a Caracas!); 72% se inclina por otras opciones (cines, conciertos, etc.).
En fin, se desprende de la lectura global que frente a la situación económica, los recortes del consumo del venezolano atienden a una ecuación en que el factor ahorro no atente contra la felicidad. ¿Será el clima, la idiosincracia, las huellas de la historia, el ADN colectivo?
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