Fue en 2007 cuando el Buró Político del Partido Comunista de Cuba emitió una resolución según la cual, para incrementar la eficacia informativa de los medios de comunicación, ningún funcionario de la nomenclatura tiene derecho a negar información, “salvo el secreto militar y estatal”.
La norma, pues, al tratarse de un regimen comunista autoritario, fue un mero saludo a la bandera y pronto la mismísima gente de Granma, el órgano official del PCC, resintió los excesos y criticó de forma pública a quien incumplían la resolución.
Katia Siberia García, redactora y fotógrafa del medio de comunicación cubano, escribía en noviembre del año pasado un artículo titulado “Periodismo con fobias”, en el cual advertía lo siguiente: “¿Qué esconden quienes rehúsan fotos y entrevistas? ¿A qué temen quienes aluden a disposiciones y autorizos para impedir que periodistas y fotógrafos de nuestros medios de prensa ofrezcan informaciones? ¿Cómo trabajar en un diario y lograr así la inmediatez; cómo hacer del derecho a la información una realidad cotidiana?”
La actitud abierta hacia un periodismo más crítico en la isla pareciera estar cuajando cada día más. Escribía Javier Dueñas en Juventud Rebelde el 16 de julio pasado, un comentario sobre un reportaje del siguiente tenor: “Este artículo es un ejemplo del periodismo que se necesita para desarrollar el país. Tiene balance informativo y datos estadísticos reveladores de los problemas que confronta la población, sin “pasarle la mano al problema”.
Allá parecen estar de regreso, acá apenas nos quieren embarcar en ese camino.
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