Una de ellas tiene que ver con "la forma como narra las circunstancias en que su colega Clara Rojas decidió quedar embarazada mientras estaba en cautiverio". (Supuestamente pidió permiso a los guerrilleros).
Rojas no ha tardado en responder: dice que siente lástima por su otrora compañera de secuestro y calificó de falsas las afirmaciones que hay en el libro.
"Lo único que me queda es orar, que mi Dios le dé (a Betancourt) la luz que necesita", manifestó Rojas en una entrevista con The Associated Press. "A mí ya me da lástima el tema de ella".
"Todas las aseveraciones que ella hace sobre mí y la manera como las muestra son falsas", insistió, quien reconoció que aún no ha leído el libro y que lo que de él conoce es por versiones de prensa.
Héctor Abad, por otro lado, muestra otra visión de Betancourt y se muestra simpático a la causa de Ingrid. En la entrevista que realizó para El Espectador lo dijo claramente: "Con ella no hay medias tintas: o es una santa súbita o de repente se transforma en una arpía enferma de maldad y de codicia. Es, al mismo tiempo, el hada y la bruja de los cuentos. La opinión pública, con una actitud ciclotímica, pasa con ella del amor al odio y de la veneración al desprecio. En este momento la fase es depresiva y casi todos la detestan. Su última salida en falso, hace un par de meses, cuando demandó al estado colombiano por seis millones de euros, fue recibida en su país y en el mundo como una muestra de avidez e ingratitud, y por mucho que haya retirado la demanda, se la siguen cobrando. No fue oportuno llamar “simbólica” a una cifra así".
Mientras, su ex esposo Juan Carlos Lecompte presentó una acción judicial para que los bienes de la ex rehén de la guerrilla sean embargados en el marco del proceso de divorcio, señala El Tiempo.
El paraiso de Ingrid tiene algunas pailas del infierno, parece.
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