viernes, 21 de octubre de 2011

Axel Capriles: “Es necesario tocarnos el rostro y descubrir nuestra propia fealdad”

De vez en cuando es importante preguntarnos cómo somos los venezolanos, por qué estamos en esta situación. Y el psicólogo Axel Capriles también se lo pregunta. Profesor de la Universidad Católica Andrés Bello, ha escrito varios libros que señalan su interés por el comportamiento humano (específicamente el del venezolano) y también de economía: El complejo del dinero, La picardía del venezolano y, ahora, Las fantasías de Juan Bimba).

Como se ve, en los dos últimos libros, y desde la óptica de la psicología análitica, Capriles busca desentrañar el alma nacional. Poco activo en las redes sociales, esta entrevista es un cuestionario respondido por correo electrónico en dónde se destaca que el venezolano tiene conciencia de su fracaso y por eso siempre necesitamos “explicar por qué el país que imaginamos no se aproximó al que realmente vivimos”, dice Capriles.

Y también aparece en este cuestionario, la duda de siempre: ¿todo está pérdido?: “No todo es tan malo: La flexibilidad en la interpretación de las normas puedes ser un aliciente” (para nosotros los venezolanos), comenta.

 -¿De alguna manera sus ensayos sobre la psicología del venezolano (primero con La picardía del venezolano y después con Las fantasías de Juan Bimba) se encuadran con los ensayos psquiatricos de Francisco Herrra Luque: Los viajeros de Indias y La Huella Perenne? ¿De qué manera se conectan (si se conectan) y cuál es el cuadro que muestran del venezolano?
Cuando comencé mis investigaciones sobre la picardía del venezolano leí Los Viajeros de Indias, la primera obra de Francisco Herrera Luque. Luego conocí a Herrera Luque en una clase de Psicología Política cuando cursé algunas materias del doctorado en ciencias políticas de la Universidad Central. A partir de allí leí toda su obra, la cual ha, indudablemente, influenciado mi manera de ver la historia venezolana. Pero Herrera Luque insistió en la tesis hereditaria y entendió la sobre carga psicopática como algo atado a la constitución del venezolano por vía genética.

Yo me quedo dentro del plano psicológico y entiendo los rasgos del carácter social como patrones cristalizados por la historia y reforzados por la cultura. No creo que se pueda explicar lo social a partir de la biología. Pero en todo caso, la historia fabulada como metáfora, me parece una manera extraordinaria de entrarle al imaginario colectivo.

 -¿Qué importancia tiene conocer nuestras “taras”, por decirlo así, como sociedad?
No entiendo a qué te refieres como taras. Los patrones de comportamiento que discuto en mis obras tienes su lado positivo y negativo, su cara luminosa y su espalda oscura. Pero podríamos hablar de taras como de petrificaciones y paralizaciones históricas, como de fijaciones en complejos culturales, ataduras a maneras de vivir que inhiben la capacidad de adaptación a las necesidades y retos del presente.

 -¿”Las fantasías de Juan Bimba” inmovilizan a la sociedad venezolana o la mueven hacia atrás?
Las fantasías de Juan Bimba develan una aguda disociación, una tensión entre opuestos no resueltos. Abundancia natural – escasez humana, el pueblo sufrido y doblegado versus el bravo pueblo, el mestizaje cósmico que reniega de uno de sus componentes, la gozadera que oculta la tragedia.
Las fantasías de Juan Bimba fracturadas entre polos apartes requieren de una imagen que produzca la sensación de unidad. De ahí la desesperada búsqueda de una identidad, identidad que, como denota el concepto, obliga a identificarnos con algo, a ser iguales a algo. De esa búsqueda surge la identificación con determinados estereotipos.

-¿Por qué se ha interesando en estudiar cómo es el venezolano en sus defectos? 
Veo defectos y virtudes. Pero sí considero que es necesario palparnos el rostro y descubrir nuestra propia fealdad. Solo una mirada a la sombra puede romper con las identidades inconscientes para permitir la movilidad psíquica. A mí me ha movido sobremanera la consciencia de fracaso, la necesidad de explicar por qué el país que imaginamos no se aproximó al que realmente vivimos.

-En su primer libro habla sobre la picardía nacional que nos hace, de alguna manera, unos “vivos”, que tomamos atajos para lograr objetivos, personas en general, sin valores. En este último ensayo, habla sobre el Juan Bimba que tenemos adentro, en donde somos adultos pero necesitamos guía y que pensamos que tuvimos un Dorado el cual nos fue robado. ¿Esta mezcolanza de defectos nos hace tener muchas contradicciones que pueden hacernos estar una especie de círculo vicioso que nos impediría avanzar como sociedad; es decir, buscamos “ser vivos” para evitar problemas pero a la vez buscamos un salvador o un vengador que también nos resuelva todo?
Hablar de defectos implica una valoración que depende del punto de vista. La picardía, la astucia y el ingenio pueden ser un valor. Pensemos, por ejemplo, en la psicología hermética, en el pícaro Hermes como hacedor de conexiones. La flexibilidad en la interpretación de las normas puedes ser un aliciente. Yo, personalmente, no soporto vivir un país como los Estados Unidos. Hay una rigidez que asfixia. El problema es de grados y de agregados. Una conducta individualmente positiva puede convertirse en negativa al ser repetida por todos. El defecto surge cuando un patrón de conducta se vuelve autónomo y se forma un círculo vicioso reforzado por la cultura.

-Volvamos con Herrera Luque: “El venezolano es locuaz, niega lo trascendente con su actitud de bromista crónico, que jamás se compromete realmente y por eso es ondulante y disimulador de sus convicciones más profundas. Nadie sabe lo que realmente piensa, pues trata siempre de estar bien con Dios y con el diablo. Bajo una pretendida efusividad se esconde la envidia y la desvalorización hacia quienes se destacan. Tras una aparente solidaridad se transperante la indolencia, el egocentrismo y la deslealtad. Y esa extraña afición que despierta una agresividad feroz y una violencia destructiva”. Al leer esto uno piensa dos cosas: ¿Han cambiado las cosas en todo este tiempo? ¿Es preferible irse de este “campamento”, como decía Cabrujas?
Todos tenemos aspectos sombríos, todos tenemos vicios y virtudes. Hay ciertas circunstancias y ciertos tipos de liderazgo que facilitan la expresión de uno u otros aspectos. Pienso que, tristemente, esas características de las que habla Herrera Luque, la envidia y el resentimiento, el disimulo, el egocentrismo, se han acentuado en los últimos años. Pero esos rasgos no son constitucionales, no son esencias inmutables. Pueden ser cambiados. Lamentablemente, hoy existe un liderazgo tóxico o patológico que utiliza los contenidos de la sombra colectiva como vehículo del afán de mando, como leña para el fuego del poder.

-En la historia de Venezuela, cada cierto tiempo aparece un vengador, algún líder que representa eso que busca Juan Bimba... El gobierno que tenemos ahora es la representación más genuina del vengador, ¿no representa un retroceso importante en nuestra desarrollo como sociedad?
Sí representa un retroceso histórico importante porque como muestra Esquilo en La Orestíada, el proceso civilizador es la sustitución de la venganza personalizada (las erinias) por la justicia universal que convierten el resentimiento en fuerza transformadora (las eumenides).

-¿Cuáles serían las fórmulas para que estos “defectos” que tenemos no impidan que logremos una sociedad más o menos estable?
La primera es hacer consciencia, verlos, darnos cuenta, romper con las identidades inconscientes. La segunda, es el descubrimiento de lo positivo, la valoración de nosotros mismos y de nuestras capacidades. Aún una pasión destructiva como la envidia rencorosa puede ser convertida en emulación y deseos de superación.

-Algunos dicen que todo los que nos pasa también se debe a que somos, especficamente en América Latina, sociedades relativamente jóvenes (de hecho estamos cumpliendo 200 años de vida repúblicana), ¿qué tan cierto es eso? ¿Debemos pasar por grandes “penurias” o “desastres”, por decirlo asi, para crecer como sociedad?
Uno de los temas que analizo en el libro es, precisamente, ese, la excusa de la edad. Evidentemente no somos jóvenes o hay sociedades mucho más jóvenes que funcionan mucho mejor. El problema fundamental que nos acosa es la ruptura de la continuidad histórica que nos hace renacer con cada nuevo caudillo o cada revolución. La imposibilidad de tender un hilo, una consciencia que nos de la densidad de pueblo.


-El venezolano, también tiene virtudes, ¿cuáles serían según su opinión y cuáles se pueden imponer sobre los defectos?
La calidez, el ingenio y a pesar de todo, el optimismo.

@conjurado | @lbnegra

1 comentario:

  1. Impresionante! Comprendo y aplaudo cada una de las afirmaciones del libro y de la entrevista... Nunca será demasiado tarde para despertar, porque al final de todo somos grandes, optimistas, y sumamente ingeniosos. Los golpes que nos hemos llevado, solo nos llevan a entender que nuestro problema es de fondo y no de forma. Excelente.

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